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Manifiesto

Entendemos a la interacción cultural, y a los sincretismos que de ella devienen, cómo un proceso natural, espontáneo, que construye sin fricciones nuevos espacios para el conocimiento y la expansión sensorial. Al tiempo que el choque de culturas produce rupturas estructurales que dan paso a nuevos paradigmas, la fusión pacífica de los elementos descriptivos de la esencia de los pueblos, su historia, su geografía, debe lograr contribuir a la comunicación desprejuiciada entre los mismos y a preservar en el tiempo el resultado de su sinergia, la aparición de un nuevo símbolo que se autodefine y conforma. 

 

Es necesario ver el espejo de lo que somos en la diversidad de los otros. Acercarnos, para lograr desprendernos de los conceptos preconcebidos e interactuar a través de símbolos elementales, en estrecha relación con lo orgánico. Este movimiento promueve la idea, con firmeza espiritual, de que cada parte interactuante aporta lo mejor de sí cuando la interlocución es válida, cuando las intenciones son buenas, cuando lo que regresa no es un eco vacío de contenido, sino una respuesta a nuestro mensaje en un lenguaje distinto, que interpretamos porque oímos sin prejuicios, y nos nutre desde la hondura del respeto y el amor por la diferencia.

 

Motivados por la solidez de nuestros ideales o por el más férreo de los egoísmos, son mayoría las veces que vemos en el otro al enemigo. Cuando dejamos esta práctica perversa, cuando logramos ser sin necesidad de poseer, brota sin esfuerzo el amor profundo y ponemos a disposición nuestra energía de un modo único, distinto, genuino.

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